¿Sienten más deseo los hombres que las mujeres?

deseo sexual

Entre lo cultural y lo biológico

Antes de entrar a debatir sobre si los hombres sienten más deseo que las mujeres, me gustaría aclarar qué es lo que se entiende por deseo.

Siguiendo la definición de Kaplan (1982) actualmente utilizada en la sexología, el deseo representa la primera fase de la respuesta sexual. Y es definida como “la etapa inicial de la respuesta sexual humana que comprende pensamientos, emociones y sensaciones que generalmente aumentan el nivel de libido”.  Basson (2005) plantea “que la primera fase de la respuesta sexual es la excitación dando lugar al deseo”. En cambio, para la fundación Sexpol (2018) el deseo se define como “el impulso (o apetito sexual) provocado por la interacción de procesos o estímulos de carácter biológico, psicológico y social, que nos llevan, nos motivan, a buscar el objeto que lo satisfaga. Al hablar de objeto, nos referimos a todo elemento deseable, incluyendo sujetos (personas), objetos físicos (relojes, ropa…), sensaciones (olores, colores, entre otros)”.

Si bien podemos ver que aún hay cierto debate sobre lo que significa sentir deseo, una manera más clara de definirla es entendiendo el deseo como la representación mental que nos permite mantener prácticas sexuales, mientras que la excitación sería la representación física. Entendiendo la excitación como la lubricación de la vagina, erección del pene o clítoris, los pezones se ponen duros, la respiración se acelera y el ritmo cardiaco aumenta. En este sentido, podemos sentir deseo sin excitación y viceversa, y para mantener una práctica sexual satisfactoria es importante que estén presente los dos.

deseo sexual

"Podemos sentir deseo sin excitación y viceversa, y para mantener una práctica sexual satisfactoria es importante que estén presente los dos.

¿Sienten entonces los hombres más deseo?

Una vez aclarado que es lo que se entiende por deseo, ahora se abordará la cuestión de si los hombres sienten más deseo que las mujeres.

Y lamento comunicar que, si nos ceñimos a los diversos estudios que se han llevado a cabo hasta la fecha, la respuesta rápida será un rotundo sí.

Pero, ¿en qué se basan estos resultados? Por lo general, se basan en estudios que se han llevado a cabo a través de cuestionarios y con una elevada muestra mayoritariamente heteronormativa. Lo que implica dos cuestiones, la primera, que al ser un cuestionario quizás las respuestas hayan tendido hacia lo que es “aceptable”, y la segunda es que como por lo general se llevan a cabo a estudiantes, no se contempla el resto de la población. Es decir, sí, puede que la muestra sea “elevada”, pero no acaba de ser representativa, ya que no contempla a otros sectores de la población.

Si son ciertas esas diferencias ¿a qué se deben?

Pero al margen de la validez o no de estos estudios hay otra cuestión que debe contemplarse. Y es sobre, ¿por qué los hombres sienten más deseo que las mujeres? Y en realidad es en esta cuestión donde reside el quid de la pregunta: pues si nos basamos en la teoría científica propiamente dicha, no solo se defenderá que, por motivos biológicos, sino que además hay hormonas que lo corroboran. Concretamente, la testosterona. Pero ¡ojo!, ¿es realmente cierto que la testosterona sea la responsable de la estimulación interna del deseo? Porque, aunque múltiples estudios han demostrado que los hombres con menor deseo sexual presentaban cifras de testosterona más bajas. Es decir, cuando se produce el descenso de la testosterona en el apetito sexual, los hombres van a tener menos pensamientos e incluso fantasías sexuales por lo que repercute en menos interés en el sexo.

Se sigue sin explicar si es la testosterona la encargada de producir dichos pensamientos y fantasías, o es a través de estas fantasías que se produce dicha hormona. La relación sigue sin estar clara del todo. Porque si no ¿por qué no recetar pastillas o parches que produzcan testosterona para mejorar el deseo?

Pero demos un paso más, también se sabe que en las mujeres si bien tienen testosterona en menor cantidad también precisan de los estrógenos y de la progesterona para un “buen” mantenimiento del deseo sexual. Por lo que el reinado de la testosterona como hormona madre para el mantenimiento del deseo, cesa.

"Cuando se produce el descenso de la testosterona en el apetito sexual, los hombres van a tener menos pensamientos e incluso fantasías sexuales por lo que repercute en menos interés en el sexo"

O, dicho de otro modo, no podemos afirmar que el deseo sexual depende exclusivamente de la cantidad de hormonas que mejoren la lívido. Más bien lo contrario, todo invita a pensar que es la cantidad de pensamientos y fantasías lo que facilitará el aumento y la mejora del deseo sexual. Es más, las diferentes terapias sexuales enfocadas a mejorar el deseo se basan en mejorar el tiempo de calidad para promover tanto los pensamientos como las fantasías, ya sea desde un enfoque emocional como cognitivo. Si fuera una cuestión meramente biológica, dichas intervenciones no tendrían éxito.

Pero entonces, si depende de nuestros pensamientos y fantasías, ¿cómo es que sigue existiendo un sesgo tan grande de género? Eso se debe a una dificultad social, que lleva implícitas cuestiones culturales y educacionales.

Ya desde que somos pequeños se tiende a diferenciar, mientras a un niño de 5 años se le alabará por tocarse los genitales a una niña al hacer exactamente lo mismo, se le dirá que esas cosas no se hacen, sin dar otra explicación. Si bien es cierto, que esta tendencia está cambiando y de cada vez más se apuesta por una inmersión temprana de una educación sexoafectiva, muchas de nosotras hemos vivido una educación en la que la sexualidad era un tema tabú.

Pero no solo eso, sino que toda la sociedad nos ha empujado a pensar que desear es propio de un tipo de mujeres seductoras, manipuladoras, por lo general infieles, y por ello, poco de fiar.

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Ante este tipo de educación difícilmente podremos conectar con un tipo de deseo que nos sume. Ya sea por desconocimiento porque no nos ofrecen las herramientas para conectar con nuestro deseo, como por cohibición, pues si conectas con tu deseo significará que “no eres una mujer de bien”.

"Si bien es cierto, que esta tendencia está cambiando y de cada vez más se apuesta por una inmersión temprana de una educación sexoafectiva, muchas de nosotras hemos vivido una educación en la que la sexualidad era un tema tabú."

En contraposición, tenemos la imagen del hombre muy diferente a la anteriormente comentada. Para ser un hombre que encaje en la sociedad, has de sentir deseo, no hacia una sino hacia varias personas, además en el caso de que lo hagas serás muy bien valorado.

Es posible que ante estas explicaciones se me alegue que hoy en día no es así, y que las cosas han cambiado. Yo añadiría un apunte, las cosas están cambiando, pero mayoritariamente siguen siendo así.

¿Qué diferencias encontramos en la forma de enfocar la sexualidad? 

La forma de enfocarla que tienen los hombres heteronormativos y las mujeres heteronormativas (hago la distinción pues las personas del LGTBI+ tienden a concebir una sexualidad diferente), es en esta sociedad patriarcal, diferente. Os propongo unas preguntas para argumentarlo

¡Pincha en cada una para averiguar la respuesta!

Vemos que, si bien los hombres no suelen tener reparo en hablar de las prácticas sexuales, las mujeres en cambio suelen ser más discretas con lo que respecta sus prácticas sexuales. Un ejemplo, podríamos verlo en los grupos de WhatsApp donde si se hiciera un estudio probablemente se vieran más grupos compuestos de hombres con temática sexual explícita que no en grupos de mujeres. Otro ejemplo, podemos verlo en las conversaciones que suelen haber entre las amistades o entre las compañeras de trabajo. Y esto es importante, porque uno de los motores del deseo es dar tiempo de calidad a la sexualidad, por lo que, si es tabú y no se habla de ello, difícilmente le estaremos dando el espacio que le toca.

Si bien no hay teorías que confirmen la hipótesis que voy a proponer, a través de mi experiencia como profesional, he podido ver una tendencia muy marcada en lo que respecta la concepción de la sexualidad. Por una parte, las mujeres esperan que las prácticas sexuales fluyan y se lleven a cabo de manera mágica, es decir, si bien no hay reparo en conocer nuevas prácticas, si que esperan que para que la práctica sexual sea concebida como satisfactoria, esta fluya sin comunicación verbal. El responsable de ello, seguramente se deba a películas y libros de gran éxito estilo “50 sombras de Grey” o “365 DNI”, donde se muestra una sexualidad que fluye mágicamente y donde la comunicación es más que innecesaria. Por otra parte, los hombres suelen entender que una buena práctica sexual es aquella en la que se consiguen varios orgasmos a través de prácticas sexuales en las que domine la penetración, y se pueda reflejar tus dotes como persona sexual. Dicho aprendizaje se debe probablemente a la pornografía de la cual beben. En este sentido, si que se tiende a pensar que la comunicación es necesaria para saber las preferencias, pero el foco de la idealización se encuentra en otro punto, si no hay orgasmo, y no puedo mostrar los dotes de mis genitales, entonces la práctica sexual no será satisfactoria.

Poco a poco, vemos que en el sistema educativo se está haciendo énfasis en la enseñanza de la educación sexoafectiva. Aún así, sigue siendo de momento insuficiente. Por lo que sigue (valga la redundancia) habiendo una marcada tendencia en educar el hombre para que este sea el “hombre alfa” que inicie y domine la práctica sexual, mientras la mujer, (aunque de cada vez más se le aportan recursos y herramientas para conectar con su sexualidad), tiende a mostrar una sexualidad enmarcada a satisfacer al hombre. Pues, aunque en la teoría se especifique lo contrario, toda la sociedad, nos sigue incitando a ello. Ya sea a través de la sexualización del cuerpo de la mujer, actividades como el BDSM o el shibari, juegos enfocados a la exclusiva erotización de los genitales…

 

Por ello es tan importante implementar una educación sexoafectiva que no solo nos permita conectar con nuestra sexualidad, sino que además nos aporte todos los recursos necesarios para comprender y llevar a la práctica una sexualidad que realmente satisfaga a todas las personas, al margen de su género y orientación sexual. De esta manera, además, conseguiremos una sexualidad que nos permitirá conectar con nuestro deseo y así podamos estimularlo siempre que queramos.

"Es importante implementar una educación sexoafectiva que no solo nos permita conectar con nuestra sexualidad, sino que además nos aporte todos los recursos necesarios para comprender y llevar a la práctica una sexualidad que realmente satisfaga a todas las personas."

Así pues, cabe insistir en que la diferencia es principalmente de género (o lo que es lo mismo es más social que biológica) y, por ende, somos más parecidas de lo que a priori se nos quiere hacer pensar. La pregunta que no puedo evitar hacer es ¿a quién está realmente beneficiando esta diferenciación? ¿Tú que opinas?

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El Equipo de A Pleno Pulmón.

Escrito por: Agatha.

Agradecimientos a @karolina-grabowska, @angela-roma y @kristina-kozlova por su colaboración fotográfica. 

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