El peligro de los cánones que tenemos hoy día es que son irreales con el cuerpo: una delgadez extrema y unos rasgos que sólo se consiguen con operaciones estéticas o retoques.
La necesidad de satisfacer este canon para sentirse aceptado u obtener popularidad social cada vez se asocia más a las restricciones alimentarias. Esto, sumado al alto valor que se le da a la belleza, como si fuese el valor más importante a alcanzar.
Es llamativo que, pese a encontrar en el mercado cada vez más oferta de cremas, ejercicios, cirugías, suplementos, planes de “cuidado”, etc. prometiendo conseguir ese “cuerpo ideal”, la brecha entre esto y lo real, no deja de aumentar.
El bombardeo de “cómo obtener un estado de salud ideal” introduce la idea de que nuestro cuerpo necesita cada vez más atención, revisión, mejora e, incluso, transformación.