Cada vez es más común escuchar a alguna persona cercana que ha vivido episodios complicados con la ansiedad y depresión.
La tristeza es una condición inherente a la vida humana; la depresión, sin embargo, se ha convertido en uno de los problemas más frecuentes y más graves de nuestra sociedad, hasta el punto de que datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sitúan a España en el cuarto país de Europa con más casos de depresión, llegando a afectar a más de 2 millones de personas.
Existen numerosas expresiones que refieren a la depresión o a síntomas depresivos, pero ¿realmente diferenciar cuándo estamos tristes y cuando hemos podido desarrollar esta patología?
¿Qué te viene a la cabeza cuando piensas en una persona con depresión?
¿Puede ser alguien postrado en una cama bajo un absoluto desánimo?
Puede ser.
A pesar de que sí existe este tipo de perfil de persona con depresión, es también el prototipo que tenemos frente a este concepto. Y es que no todas las personas con depresión cumplen con este perfil.
¿Cuáles serían los síntomas?
Cuando nos vamos al DSM-V, que es el manual que se utiliza en salud mental para diagnosticar los diferentes trastornos, nos encontramos con que a grandes rasgos con que si varios de los síntomas que se describen a continuación aparecen combinados y sostenidos durante un periodo de tiempo determinado, podríamos encontrarnos ante una depresión (pincha en cada nube para leer la descripción):
La persona siente que las cosas que hacía, su vida, lo que antes le generaba placer, ya no tiene sentido.
Es muy habitual que una persona con depresión se muestre irascible, se enfade con facilidad o incluso tenga estallidos de ira.
Una persona con depresión puede llegar a sentirse muy desmotivada, pero es un tipo de desmotivación muy amplia, muy generalizada; como si estuviesen semi-apagadas y les costase sentir que lo que hacen pueda ser reforzante de alguna manera.
Cuando una persona tiene depresión puede ocurrir que sus ganas de comer vayan en aumento, o que por el contrario, disminuyan drásticamente. Esto puede dar lugar a cambios en su peso corporal.
Curioso, ¿verdad? Una depresión afecta a cómo nos movemos. Puede ser más o menos visible, así como puede manifestarse en un incremento o descenso de los movimientos de la persona.
Este síntoma tiende a ir muy de la mano de la falta de motivación, desgana y/o pérdida de sentido, aunque no siempre es así. La persona se agota
con facilidad, y en general no se siente muy llena de energía en su día a día ni al levantarse. Con ello puede suceder que empiece a aislarse y/o a rechazar planes.
Al igual que sucedía con el apetito o con el movimiento, la depresión también puede alterar nuestro sueño. Cabría esperar que una persona que se siente desgastada y sin energía necesite dormir constantemente, ¿verdad? Bien, a veces sucede. Pero otras, a pesar de la sensación de pesadez, no son capaces de conciliar el sueño y/o tienen numerosos despertares a lo largo de la noche.
Este síntoma también es muy habitual, y tiende a tener consecuencias que pueden ir directas al corazón de la autoestima de la persona. Cuando la persona siente que empieza a tener fallos de memoria, de atención o le cuesta mucho tomar decisiones puede pasar que no se identifique con la propia depresión.
La persona que sufre depresión puede ir sintiendo que no vale, que algo está mal en ella o que es inferior a otras personas.
De la mano de otros síntomas, podría aparecer una culpa muy fuerte que toma presencia en diferentes áreas de la vida de la persona, condicionando su visión y por tanto sus experiencias. Puede ir de la mano de estos sentimientos de inutilidad que referíamos más arriba, o de falta de conocimientos sobre el trastorno depresivo que lleven a la persona a creer que hay algo malo en ella.
En los casos más complicados puede llegar a haber intentos de suicidio. La persona, ante tanto dolor y agotamiento puede llegar a sentir que no hay salida, que no puede soportar más o que no tiene sentido seguir adelante.
“Algunos síntomas que pueden indicar una depresión son sensación de falta de energía, apatía constante o sentimientos recurrentes de culpa.”
Otros síntomas de alerta
También es frecuente ver cómo la persona puede darse cuenta de que su sexualidad está alterada, su aspecto físico y/o su higiene diaria cada vez está más descuidada o cómo siente mucha confusión, dudas, e incluso no encuentra sentido a su día a día.
O cómo deja de acudir a sus compromisos como los encuentros sociales, trabajo, estudios y empiezan a verse dañadas estas áreas de su vida, de forma que la persona comienza cada vez más a estar más encerrada en sí misma y más aislada.
Cuando una persona está pasando por un proceso depresivo, todo este ánimo bajo y esta fatiga retroalimentan la propia depresión. Ya que, cuanto más aparecen, menos energía y ganas tiene de seguir haciendo cosas, lo que genera a su vez más pensamientos negativos, más desgana, más culpa y más desánimo.
“En una depresión los síntomas son la pescadilla que se muerde la cola: cuanto peor se encuentra la persona, menos ganas tiene de hacer cosas; cuanto menos cosas hace, peor se encontrará.”
Además es importante valorar una cierta frecuencia en los síntomas, la afección de los mismos a diferentes áreas de la persona y descartar otras causas que puedan estar desencadenándolos, como puede ser el transcurso de otro trastorno o enfermedad o el consumo de sustancias.
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El Equipo de A Pleno Pulmón.
Escrito por: Alba
Agradecimientos a @yogendrasingh, @eberhardgross, @dngnhan por su colaboración fotográfica.
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