El segundo paso, una vez identificada la emoción que siento, es pararme a ver por qué ha aparecido esta emoción.
Como veíamos en el anterior artículo, las emociones son nuestro consejo de sabias, aparecen para traernos un mensaje sobre lo que necesitamos o lo que queremos lograr. Es por esta razón que las emociones no se deberían clasificar en “buenas” o “malas”, sino más bien en agradables y desagradables, en el sentido de que, efectivamente, hay algunas que nos gusta experimentar más que otras, pero todas tienen una función.