Minimalismo, mindfulness y salud mental

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El minimalismo nos habla de retirar todo aquello en nuestra vida que no cumple una función, que no necesitamos. De esta manera nos liberamos: deja de suponer un gasto, nos permite sentirnos más livianas y más a medio-largo plazo, más plenas, aplicando esa energía aquellas cosas que de verdad tienen un sentido para nosotras.

Quiero hablaros del minimalismo pero no como corriente artística, sino como una aproximación personal que nos ayude a sentirnos con propósito y a poder estar en aquellos espacios que sean verdaderamente importantes.

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Minimalismo y mindfulness

Cuando terminé la formación del Máster Sanitario tenía ganas de hacer muchas cosas, pero ningunas ganas de hacer un TFM.  Fue entonces dónde me crucé con una persona que tenía el mismo nivel de pasión que yo y le propuse tutorizarme en una aventura: crear mi propio programa de Mindfulness,  olvidándome de que era un trabajo-trámite, y dedicándome a lo que de verdad me hacía sentir plena.

Una de las ideas que se quedó anclada en mí mientras redactaba cada una de las palabras que conformarían una experiencia de crecimiento para algunas personas era la idea de que, a pesar de lo que podamos pensar,  la atención plena es muy costosa a nivel energético. En realidad es por eso que tiene tanto sentido que nuestro cerebro tienda a este famoso modo automático en el que actuamos casi como máquinas, cuyo fin último y único es la productividad, y sin darnos cuenta de que, igual que sentimos, padecemos.

Quien se haya sumergido mínimamente en Mindfulness sabrá que el modo automático sostenido al final del día y al final de los días va dejando posos de vacío y sensaciones falta de sentido. Sin embargo, quien haya seguido curioseando un poco más, habrá encontrado la afirmación proveniente de personas profesionales de que todo lo que nuestro cerebro elabora tiene de alguna manera una función.

Bueno, es que en realidad el modo automático tiene muchas ventajas y no podríamos sobrevivir sin él, pero sin duda una de las más importantes es que nos permite ahorrar energía. Cuando estamos viviendo en un espacio hiperestimulado y multitarea,  tratando de alcanzar lo inalcanzable, es absolutamente irrealista pensar que nuestro cerebro sea capaz de sostener 24 horas seguidas de atención plena. Y es desde este punto de partida que me parece muy interesante lo que puede aportarnos el minimalismo.



Convenciones sociales

O lo que es lo mismo: aquellos mensajes a los que estamos tan acostumbradas que muchas veces llegamos a creernos que son reales. Aquí topamos con la parte en la que necesitamos empezar a deshacer prejuicios e ideas preconcebidas para poder iniciar con la escucha a nuestro cuerpo y a nuestras emociones.

El estilo de vida que transmite esta sociedad es la paradoja de la plenitud todo el tiempo en todas partes. Por nuestra capacidad limitada es imposible ser ilimitadas, pero se nos repite en el mensaje tantas veces, de tantas formas que se convierte en todo un proceso arduo convencerte de que esto es un sin sentido.  Y es que aún cuando tropezamos por undécima vez con la misma piedra antes que cuestionar esa norma nos cuestionamos a nosotras.

Al mismo tiempo que el mensaje es vivir con atención plena  existe un bombardeo de estímulos de diferentes tipos a los que hay que atender sin falta y en ese mismo instante para no soltar en ningún momento todo aquello que es considerado como productivo, o lo que es lo mismo, aquello que tiene algún tipo de consecuencia que puede

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traducirse de alguna manera en algo económico.

Pero ¿cómo empezar si el tercer mensaje que he recibido tantas veces es el de que el éxito y por tanto, mi valor como persona será adquirido a través de la acumulación de objetos, de dinero, de experiencias, de personas a mi alrededor…? En realidad, hay una idea que es importante que recordemos y es que cada vez que consumimos algo ese algo también nos consume a nosotras (somete a un desgaste a nuestros recursos internos y externos, es decir nuestro tiempo, nuestra energía, nuestro dinero…  que como bien sabemos son bienes limitados).  Esto no es necesariamente malo cuando estamos participando en algo que sentimos que nos aporta sentido en alguna área que realmente es importante para nosotras.  

Es por esto que cuando retiramos cosas, personas, situaciones de nuestra vida que no están presentes de una manera que se aleja de lo que realmente me conecta con quién soy y hacia dónde me dirijo,  dejamos espacio y aire para aquellas otras que sí lo están.  De esta manera dejan de tomar presencia en nuestra vida de manera apretada, estresada, inconsciente y automática; en otras palabras, somos capaces de dedicar nuestra atención y energía a aquello que tenemos delante y vivirlo con mayúsculas.

Las bases del minimalismo

Si tuviera que resumir el minimalismo en una frase diría ésta tan famosa de menos es más.  La globalización para bien y para mal se ha convertido en un aspecto fundamental de nuestra sociedad. Las personas como grupo somos muy numerosas y eso lleva a que, para organizarnos, hemos tenido que generar una serie de estructuras altamente complejas que con frecuencia dejan de lado la importancia de las necesidades y las diferencias individuales.

Cuando pensamos en un ser vivo que necesita acumular generalmente lo primero que nos viene a la cabeza es la sensación de escasez.  Ésta está muy ligada al estrés y a la ansiedad de lo que puede llegar a ser su propia supervivencia. A pesar de que hoy día y en nuestra sociedad no es común que nuestra supervivencia dependa de aquello que acumulamos, todo está construido alrededor de la idea de consumo y por tanto, confunde a nuestro cerebro y le lleva a vivir desde este lugar de escasez.  Quedarse anclada aquí es muy peligroso porque constantemente nos podrá en contacto con sensaciones de insatisfacción y vacío, ya que aquello que estamos entendiendo inconscientemente como una necesidad básica no lo es y por tanto cuando llega lo que se supone que tendría que suplirla, no lo hace: nos genera placer instantáneo y fugaz, pero nunca llegará a llenar ese agujero de carencias básicas como esta idea de consumo pretende hacernos creer.  De esta manera entramos en un bucle de refuerzo inmediato pero de frustración a medio-largo plazo que vuelve a ser saciada temporalmente con un nuevo refuerzo temporal.

A la vez y como señalábamos anteriormente, todos y cada uno de los estímulos que nos rodean consumen recursos (energía, atención, tiempo, dinero….). A veces es de manera directa y otras veces es mucho más difícil de percibir. Por ejemplo pensarás ¿cómo puede consumir mis recursos unos objetos viejos que llevan años acumulados en el fondo de un cajón? seguramente cuando te toque buscar algo te costará más encontrarlo, puede que gastes dinero tiempo y/o energía en buscarlo en recordar dónde estaba o quizá puede que compres un nuevo cuando ya tenías. Quizás te frustre saber que ese cajón no puede abrirse sin generar una sensación de agobio asociada una idea negativa sobre ti misma (“Soy un desastre nunca saco tiempo para ordenar”) O puede que en un momento dado necesites ese espacio y como ya está ocupado dediques tu tiempo a buscar huecos en las estanterías que ya están saturadas de cosas y cada vez que entres en esa habitación termines sintiéndote abrumada por la cantidad de estímulos (colores, formas, olores…) diferentes que hay a tu alrededor. También  es mucho más probable que te distraiga entrar en esa habitación buscando algo porque veas otra cosa o recuerdes algo que no has hecho. 

Podría continuar poniendo más ejemplos de maneras en las que algo aparentemente inocuo nos demanda, pero confío en que alguno ya te haya resonado. Y es que al final volvemos a lo que explicábamos desde un inicio: Cuando tenemos muchas cosas tendemos a querer abarcar todo, hacerlo desde la atención plena que creemos que también nos va a solucionar los problemas, y todo ello genera como distractor de aquello que realmente es importante para nosotras. Cada vez que somos capaces de reducir aquello que no era tan  imprescindible conseguimos retirar algo que nos consume a nosotras.

Un abrazo fuerte, espero que te haya resultado interesante este artículo y, recuerda, que siempre puedes escribirnos en comentarios o a través de nuestro FORMULARIO DE CONTACTO.

Escrito por: Alba. 

Equipo de A pleno Pulmón. 

Agradecimientos a @sarahdorweiler, @michelle-leman, @artempodrez y@n-voitkevich por su colaboración fotográfica. 

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