Poner límites, una tarea pendiente

¿Sabes decir “hasta aquí”? ¿Eres capaz de decir “no” si te piden un favor y no te viene bien? ¿Estás siempre ahí para los demás y no para ti? ¿Dejas que invadan tu espacio? ¿Tienes más en cuenta las opiniones de los demás que las tuyas?

Aprender a poner límites es una de las demandas que más nos llegan a consulta. Parece que, en general, existe cierto déficit en este aspecto de las relaciones. ¿Lo bueno? Como toda habilidad: se aprende y se desarrolla si se pone en práctica.

Vamos a lo básico: ¿Qué es “poner límites”?

Solemos tener muy claro qué es un límite físico, pero los emocionales son más difíciles de conocer y establecer.

Hay dos cosas que debemos tener muy claras en este punto: yo soy la primera que debe conocer y poner mis límites. Y es que estos límites son subjetivos, cada uno tiene los suyos y soy yo quien debe valorar qué quiero y qué no quiero, hasta dónde quiero dar en una relación, qué necesito y qué no, cuáles son mis valores y qué no quiero en mi vida. 

"Soy yo quien debe valorar qué quiero y qué no quiero, hasta dónde quiero dar en una relación, qué necesito y qué no, cuáles son mis valores y qué no quiero en mi vida"

Solemos tener muy claro qué es un límite físico, pero los emocionales son más difíciles de conocer y establecer.

Hay dos cosas que debemos tener muy claras en este punto: yo soy la primera que debe conocer y poner mis límites. Y es que estos límites son subjetivos, cada uno tiene los suyos y soy yo quien debe valorar qué quiero y qué no quiero, hasta dónde quiero dar en una relación, qué necesito y qué no, cuáles son mis valores y qué no quiero en mi vida. 

El primer límite que ponemos como ser humano, es el que diferencia quien soy yo y quién es el otro.

Las personas que establecen mal este primer límite van a tener dificultades en sus relaciones futuras: pues no diferenciarán su mundo interior del del otro.

Esto se ve muy claro en los divorcios con criaturas de por medio a las que les cuesta hacer esta diferencia, por lo que cuando mamá y papá discuten, o se acaban separando, no puede evitar sentir que es por su culpa (no está diferenciado los límites entre sí misma/o y  el resto).

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En personas adultas, podemos verlo en aquellas personas que sienten que han hecho algo mal cuando otra persona está, por ejemplo, triste (“¿le pasará algo conmigo?, seguro que he hecho algo malo”).

La autoestima está muy relacionada con los límites. ¿Por qué?

En primer lugar, en la base de la autoestima está el autoconocimiento, necesario para conocer mis límites y jerarquizar mis prioridades. No poner límites, nos indica unos cimientos poco estables en la autoestima.

Además, poniendo límites sentimos que nos respetamos (y sí, la primera que tiene que respetarse soy yo), y esto nos hace sentir que somos consecuentes con lo que valoramos y mantener unas relaciones interpersonales sanas. Aunque creamos que tenemos “mejores relaciones” si evitamos el conflicto (por ejemplo diciendo a todo que sí), eso solo hará que acabemos acumulando resentimiento hacia los demás y que no me sienta valorada. 

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"No poner límites, nos indica unos cimientos poco estables en la autoestima."

¿Puedo lograr poner límites sin sentirme mal?

El miedo que hay detrás de no poner límites suele ser el miedo al rechazo o al abandono. Si tengo miedo a quedarme sola, quizás creeré que la mejor opción es darlo todo por los demás (pensaré consciente o inconscientemente: “si soy útil para el otro, me necesita y, por tanto, me valora”) 

Puede haber también una falsa creencia de que anteponer mis necesidades a las de los demás es egoísta y censurable. Esto no solo es cultural, se cultiva también en familias en las que los límites son castigados (por ejemplo, un padre que se enfada si dices que no puedes ir a comer a casa el día que él quiere) o no respetados (una madre que, pese a decirle que no puedes hablar todos los días por teléfono, sigue llamándote cada tarde).

Estos miedos o aprendizajes, van a hacer que no pueda poner límites sin sentirme culpable, egoísta, desconsiderada, etc. (¡al menos al principio!).

“El miedo que hay detrás de no poner límites suele ser el miedo al rechazo o al abandono… Puede haber también una falsa creencia de que anteponer mis necesidades a las de los demás es egoísta y censurable”

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Entonces, ¿cómo lo hago? La realidad es que sólo transitando esas emociones, mientras me cuido con amabilidad, conseguiré acabar poniendo límites y no sentirme culpable por ello. 

¿Y cómo transito esas emociones? Teniendo claro que necesitamos establecer límites si queremos tener un buen bienestar global. Sin límites, estamos abocados a sentirnos inseguros, ansiosos, tristes, confusos, dependientes y poco realizados. 

La única manera de cambiar es atravesar el pico de malestar, es cómo la persona tímida que necesita pasar mucha vergüenza para hacer cosas sola, pero que, a largo plazo, es la única manera de que pueda sentirse libre. 

  • Dedica tiempo a escucharte, empieza a fijarte en esas situaciones en las que haces las cosas por inercia/ por los demás, pero con lo que no te sientes genuinamente a gusto. En este punto, puedes sorprenderte dándote cuenta de qué pocas veces te planteas qué necesitas y qué quieres tú, como individuo.
  • Puedes hacer una lista de esos límites que descubres que no pones, ordénalos del que más te costaría al que menos
  • Márcate objetivos concretos y tiempos (por ejemplo: “mañana voy a decirle a mi hija que no voy a llevarle diariamente al trabajo más”). Empieza por los límites menos complicados para ti. 
  • Mantente firme y recuerda que lo haces por tu bienestar, aun sabiendo que al principio será difícil, buscamos sentirnos mejor a largo plazo. Muchas personas no estarán de acuerdo con estos nuevos límites, pues pueden estar sacando beneficios de que no los tengas. 

 

Este es un tema complejo y sabemos que mueve muchas emociones, seguiremos profundizando en otros posts, pero si crees que necesitas ayuda, no dudes en acceder a nuestro FORMULARIO DE CONTACTO, poner límites está en uno mismo, pero a veces se nos hace muy cuesta arriba.

También, recordarte que todos los meses mandamos un email con materiales gratuitos que pueden ayudarte en tu desarrollo personal, para ello, solo tienes que suscribirte a nuestra Newsletter

Un abrazo consciente a todos l@s lectoras/es deEquipo de A Pleno Pulmón.

Escrito por: Cristina

 

Agradecimientos a @shvets-production y @anete-lusina,  por su colaboración fotográfica. 

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