Como mencionábamos más arriba, ser una persona con tendencia a la autocrítica no es una casualidad. Este diálogo interno, a pesar de ser potencialmente dañino para nosotras y nuestra autoestima, nació dentro de nosotras en un intento de protegernos.
La autocrítica puede venir de la interiorización del discurso de personas relevantes para nosotras en etapas tempranas de nuestro desarrollo. Un discurso con una carga emocional negativa. Es decir, es posible que personas cercanas, que eran referentes para nosotras (ya sean nuestros padres, familiares, amigos, profesores o compañeros de colegio…) nos hayan devuelto una imagen negativa de nosotras mismas, a través de la crítica, la no aceptación de nuestra manera de ser, o la invalidación emocional. Incluso también podría ser que hayamos aprendido de ellas esa manera de tratarse a una misma, como sería el caso por ejemplo de una mamá que se critica mucho a sí misma delante de su hija.