Escritura terapéutica: sanar mis emociones con la palabra

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La palabra es lo más bello que se ha creado, es lo más importante de todo lo que tenemos los seres humanos. La palabra es lo que nos salva”

Los seres humanos estructuramos el mundo que nos rodea a partir del lenguaje. Nos comunicamos, creamos discursos, agrupamos en categorías… con el fin de dar un cierto orden, simplificar y entender la compleja realidad que nos rodea.

Así a partir del lenguaje no solo interpretamos sino que, en cierto modo, creamos nuestra realidad.

A menudo a consulta llegan personas que sufren debido a aquello que se dicen a sí mismas acerca de lo que les ocurre. Por eso trabajar en identificar y transformar ese diálogo interno constituye una parte de gran relevancia en el proceso terapéutico.

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El diálogo interno

Podríamos definir el diálogo interno como las conversaciones que tenemos con nosotras mismas, aquella voz “silenciosa” que nos permite ir evaluando aquello que va formando parte de nuestra experiencia.

El diálogo interno va evolucionando a lo largo de los años, conforme se va desarrollando nuestra personalidad y en base a nuestras experiencias vividas. Tiene tendencia a ser estable, aunque puede cambiar según el momento vital en el que nos encontremos. También podemos trabajar y poner intención en modificarlo si sentimos que nuestra forma de interpretar la realidad nos está limitando o generando sufrimiento.

Respecto a esto, el filósofo estoico Epicteto, decía: “no son las cosas que nos pasan las que nos hacen sufrir, sino lo que nos decimos sobre estas cosas”. De esta manera, destacaba la importancia de nuestro discurso interno en nuestra forma de vivir la vida.

El diálogo interno está relacionado con nuestra autoestima, y ambos se retroalimentan. Así, una autoestima sana me permitirá evaluar mi realidad de forma más realista, menos sesgada, confiando en mis recursos y aptitudes. En cambio, una autoestima baja me llevará a hablarme a mi misma de forma más negativa, poniendo la atención en los obstáculos y dificultades, generando un efecto de bola de nieve en lugar de convertirse en una herramienta útil para buscar soluciones.

“El diálogo interno son las conversaciones que tenemos con nosotras mismas, aquella voz “silenciosa” que nos permite ir evaluando aquello que va formando parte de nuestra experiencia”

La escritura terapéutica

Existen distintos recursos para trabajar con nuestro diálogo interno. Uno de ellos es la escritura terapéutica.

Escribir de forma reflexiva consiste en plasmar en palabras aquello que nos pasa por la mente. Puede ser de forma más o menos estructurada pero se trata de dar forma a nuestra experiencia interna mediante el uso del lenguaje. Mientras escribimos vamos transitando distintos estados emocionales, y está bien que nos podamos permitir sentir esas emociones tal y como van apareciendo, sin juicios ni poniendo límites. De esta manera, podemos encontrar una forma de validar y aceptar lo que sentimos.

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En su artículo Invitación a la escritura terapéutica, Elena Fernández cuenta que crear este espacio de reflexión nos permite sostener, activar y aliviar aquello que sentimos o en palabras del Dr Pennebaker (2011) de la Universidad de Texas en Austin: “escribir un instrumento que nos permite traducir las emociones a palabras y por ello sentirnos física y mentalmente mejor”. Según este autor, las ganancias de poner por escrito una situación espinosa o traumática se traducen en salud física y emocional, ya que las experiencias difíciles se procesan a través del lenguaje.

“Mientras escribimos vamos transitando distintos estados emocionales. Permitirse sentir esas emociones tal y como van apareciendo, sin juicios, nos ayuda a validar y aceptar lo que sentimosa”

¿Por qué funciona la escritura terapéutica?

En el narrar y renarrar no solo emergen nuevas historias sino que la persona cambia en relación a ellas: el self narrador cambia”

 

Esto significa que el dar forma a nuestra experiencia no solo nos permite observarla desde otro punto de vista, sino que también produce cambios en la persona que está elaborando la narración.

No existe un motivo único y definitivo que explique por qué el hecho de escribir puede resultar tan beneficioso para nuestro bienestar emocional.

A continuación, exponemos algunas de las ventajas de las que nos podemos beneficiar al hacer uso de la escritura como herramienta terapéutica:

  • Encontrar un espacio seguro en el que expresarse ni necesidad de usar filtros, tener la posibilidad de desinhibirse.
  • Poner en palabras aquello que nos duele le da presencia y nos permite exponernos a ello, generando lo que se conoce en psicología como habituación. Nos “acostumbramos” a ello y así pierde fuerza.
  • Generar una historia a partir de lo experienciado permite crear un conocimiento distinto, una nueva forma de entender la situación.
  • Escribir sobre nuestras emociones nos permite integrar nuestra parte más emocional con la racional, activando los dos hemisferios de nuestro cerebro, dándole forma y estructura a aquello que sentimos.
  • Usar la tercera persona mientras escribimos nos permite tomar una nueva perspectiva ante la visión de nuestra historia o problema.
  • Suele facilitar que las personas empiecen a hablar más sobre sus sentimientos y ampliar su capacidad para explicar los que les ocurre y compartir con otras personas.
  • Darte un espacio para ti, tiempo para reflexionar sobre el curso que está siguiendo tu vida y te permite tomar decisiones.

¡Atención! Escribir puede potenciar emociones que pueden ser desagradables, pero es un paso que te permitirá sentirte mejor después. Como la calma después de la tormenta. Por eso, si en algún momento te sientes desbordada puedes dejar el ejercicio para más adelante o buscar un acompañamiento profesional para seguir con tu trabajo personal.

¿Por qué funciona la escritura terapéutica?

Escribir es un recurso que puedes utilizar en una gran variedad de situaciones: en momentos de estrés, toma de decisiones, crisis de identidad, problemas familiares o de pareja, conflictos en el trabajo… 

Desde A Pleno pulmón queremos compartirte un sencillo ejercicio para que puedas empezar a beneficiarte de la escritura terapéutica.

Escritura automática

Se trata de “vomitar” pensamientos, tal cual vayan surgiendo, sin tachar ni censurar nada.

Una vez hecho esto, puedes releer el texto y seguir escribiendo todo aquello que vaya llegando a tu mente. Escribe cómo te encuentras, sin filtros.

Haz este ejercicio durante 15 minutos. Trata de estar escribiendo todo ese tiempo, puedes ponerte una alarma.

Una vez terminado, cierra los ojos y toma 3 respiraciones profundas. Pregúntate cómo estás ahora, cómo te sientes y trata de conectar con tu respiración y con el momento presente.

¿Te interesa probar? ¡Cuéntanos en comentarios!

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El Equipo de A Pleno Pulmón.

Escrito por: Èrica.

Referencias:  Fernández, E. (2013). Invitación a la Escritura Terapéutica: Ideas Para Generar Bienestar. International Journal of Collaborative Practice 4(1), 2013: 27- 47.

Agradecimientos a @pixabay, @quang-nguyen-vinh, @karolina-grabowska y @cup-of-couple por su colaboración fotográfica. 

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