Septiembre ya está aquí. Seguramente estaremos de acuerdo en que reincorporarse a la rutina después de las vacaciones (sobre todo si han sido largas) es un momento emocionalmente complicado.
Pasamos de tener todo el tiempo libre del mundo, despertarnos cuando nos apetece, vivir sin horarios y centrarnos en disfrutar, a levantarnos temprano con el sonido de la alarma, a tener que hacernos cargo de responsabilidades y organizarnos para poder llegar a todo lo que tenemos que hacer.
No es de extrañar que se nos haga difícil pasar de un estado al otro. Por ello, hoy vamos a hablar sobre el síndrome post-vacacional, cuáles son sus síntomas, cuál es su origen y qué podemos hacer para afrontarlo de la mejor manera posible.
"Reincorporarse a la rutina después de las vacaciones (sobre todo si han sido largas) es un momento emocionalmente complicado"
¿Qué es y cuáles son sus síntomas?
Desde la psicología, se habla del síndrome post-vacacional como el malestar físico y psicológico que aparece al reincorporarnos al trabajo o a los estudios, y que puede durar hasta dos semanas. No es un trastorno psicológico como tal, pero se ha visto que afecta al 35% de las personas trabajadoras menores de 45 años.
Entre los síntomas físicos encontramos:
- Cansancio.
- Falta de apetito.
- Dolores musculares.
- Dolores de cabeza.
- Dolores de estómago.
Estos síntomas están asociados con el estrés que experimentamos al inicio del año laboral. Un estrés que, en su justa medida, es adaptativo, ya que nos ayuda a estar activas y a tener la energía necesaria para poder retomar el ritmo. Sin embargo, emocionalmente, puede que nos sintamos:
- Tristes.
- Irritables.
- Con dificultades para concentrarnos.
- Con una falta de motivación, que hace que el proceso de adaptación a la rutina se nos haga “cuesta arriba”.
Estos síntomas están asociados con el estrés que experimentamos al inicio del año laboral. Un estrés que, en su justa medida, es adaptativo, ya que nos ayuda a estar activas y a tener la energía necesaria para poder retomar el ritmo.
¿Por qué nos pasa?
El origen de este malestar es el hecho de percibir el trabajo y/o los estudios como algo negativo, cuando, en realidad, éstas son áreas de nuestra vida, como lo son la familia, el ocio, la pareja o las amistades, que nos permiten sentirnos realizados y sentir que aportamos algo a la sociedad. Así que, realmente, ¿son algo negativo en sí?
“El origen de este malestar es el hecho de percibir el trabajo y/o los estudios como algo negativo, cuando, en realidad, éstas son áreas de nuestra vida, como lo son la familia, el ocio, la pareja o las amistades, que nos permiten sentirnos realizados y sentir que aportamos algo a la sociedad.”
Eso sí, no podemos obviar que hay factores que influyen en cómo percibimos el trabajo y los estudios. No todo está en nuestra cabeza.
Hay que tener en cuenta que, si nuestro trabajo o estudios nos resultan estimulantes y tenemos una buena relación con nuestras compañeras, seguramente el malestar sea menos acusado al volver de las vacaciones y dure menos días. En cambio, si no estamos conformes con nuestro puesto de trabajo o con lo que estamos estudiando y/o no tenemos buena relación con las compañeras, es lógico que la vuelta sea más desagradable. Nuestro sistema emocional nos avisará de que algo no va bien, y será normal que sintamos emociones desagradables e incómodas.
“Hay que tener en cuenta que, si nuestro trabajo o estudios nos resultan estimulantes y tenemos una buena relación con nuestras compañeras, seguramente el malestar sea menos acusado al volver de las vacaciones y dure menos días.”
También puede ser que se diera algún problema el curso pasado y que el temor a que nos vuelva a suceder algo parecido nos haga más propensas a experimentar mayores niveles de ansiedad respecto a la vuelta.
¿Cómo podemos suavizar el “aterrizaje”?
Te dejamos por aquí algunas recomendaciones para facilitarnos la vuelta a la rutina que esperamos te sean de utilidad:
¡Pincha en cada uno para averiguar más!
Si te incorporas al trabajo nada más volver de vacaciones, puede que el contraste sea más grande. Por ello, es de ayuda darse un breve periodo de transición entre las vacaciones y el trabajo, volver a casa un par de días antes de reincorporarnos y tratar de ir adquiriendo los horarios de sueño que llevaremos durante la semana laboral.
Si es posible, lo ideal sería tratar de tomarse los primeros días con cierta calma, empezando por las tareas que sean de menor intensidad. Es importante asumir que vamos a necesitar unos días hasta recuperar el ritmo y ponernos al día de nuevo. Enfocarlo de esta manera nos ayudará a volver con menores niveles de autoexigencia y a manejar mejor el estrés.
Como comentábamos anteriormente, muchas personas asociamos los conceptos de vacaciones-bienestar, trabajo-malestar. Sin embargo, hay matices, y verlo de una manera tan dicotómica no nos ayuda a llevarlo mejor, al contrario, nos lo pone más difícil. Te proponemos que trates de pensar en aquellas partes de tu rutina que disfrutas y que son gratificantes para ti. Identifica las razones por las cuales te merece la pena volver a trabajar y a estudiar, ¿qué ganas tú? ¿Qué te aporta esta parte de tu vida?
La vuelta de vacaciones es una oportunidad estupenda para introducir variaciones en nuestra rutina. Quizá es un buen momento para apuntarte a esa actividad que llevas tiempo pensando en probar, de hacer huecos en tu agenda para el ocio y el disfrute si es que antes sentías que te faltaba un poco de eso… Piensa en qué cosas te gustaría que se volvieran rutinarias porque te proporcionan bienestar, y haz que lo sean.
“A veces, el principio del curso laboral se nos hace muy difícil no sólo por volver de vacaciones, si no porque hay alguna dificultad añadida en nuestras vidas. [...]. No todo es síndrome post-vacacional en septiembre”
Antes de terminar, nos gustaría hacer un pequeño apunte. A veces, el principio del curso laboral se nos hace muy difícil no sólo por volver de vacaciones, si no porque hay alguna dificultad añadida en nuestras vidas: puede que no estés pasando por un buen momento, que haya sucedido algo grave o que esté aflorando algo que pasó hace tiempo y que sigue ahí…
No todo es síndrome post-vacacional en septiembre. Si crees que tu malestar va más allá del esperable por volver a la rutina, o ves que no desaparece pasadas un par de semanas, quizá puedas plantearte el pedir ayuda profesional.
Septiembre también es un buen momento para empezar con un proceso terapéutico, para comprometerte contigo misma y con tu bienestar y emprender la ruta del autoconocimiento y la sanación de heridas emocionales. Si crees que podemos ayudarte, puedes ponerte en contacto con nosotras a través de nuestro FORMULARIO DE CONTACTO.
Gracias por leernos y por estar ahí.
Un abrazo,
El Equipo de A Pleno Pulmón.
Escrito por: Marta.
Agradecimientos a @marctutorials, @pixabay, @shvets-production y @funda-izgi por su colaboración fotográfica.