¿Sientes que tu relación no es como esperabas pero eres incapaz de soltar?
Las relaciones sociales son una necesidad básica del ser humano. Nos permiten recibir ese afecto que tanto bien puede hacernos, pero si tratamos de cubrir esas necesidades de forma desadaptativa, es cuando podemos vernos inmersas en una relación de dependencia emocional.
Seguro que has escuchado hablar sobre dependencia emocional alguna vez. Está dinámica puede darse en distintos tipos de relaciones (familiares, de pareja, terapéuticas, entre iguales…) pero en este artículo nos centraremos en las relaciones amorosas.
Probablemente lo asocies a relaciones “tóxicas”, incluso con situaciones de maltrato. De lo que muchas veces no somos conscientes es que prácticamente todas/os, en algún momento de nuestra vida, nos hemos relacionado de forma dependiente con otra persona.
La dependencia emocional no siempre está vinculada al maltrato (físico o psicológico), pero sí nos hace sentir confusas/os, nos genera malestar e interfiere en nuestra
toma de decisiones, manteniéndonos en una posición que no nos permite evolucionar. Nos bloquea.
La dependencia emocional funciona como una adicción hacia otra persona. Esta necesidad extrema del otro nos lleva a hacer renuncias, justificando muchos momentos de sufrimiento por algunos instantes de felicidad.
Quizás sientes que has apostado tanto que dejarlo no es una opción, porque sería rendirse, fracasar. Quizás piensas que le quieres demasiado como para vivir sin la otra persona. Quizás crees que llegará un momento en que cambiará y todo será distinto. Pero eso no es amor, vivir aferrada/o a esos pensamientos es dependencia.
Este tipo de relaciones suelen estar basadas en una expectativa: en lo que era antes la relación o en lo que imagino que puede llegar a ser (pero no es, ni será).
Podríamos decir que la dependencia emocional funciona como una adicción hacia otra persona. Esta necesidad extrema del otro nos lleva a hacer renuncias, justificando muchos momentos de sufrimiento por algunos instantes de felicidad.
¿Qué suele haber detrás de este tipo de relaciones? Un ingrediente común suele ser una baja autoestima con un autoconcepto negativo y poco ajustado a la realidad, dificultando la capacidad de poner límites. Buscamos en el otro aquello que no soy capaz de ver en mí o por mí sola/o. En esos momentos dejo que me elijan, eso me hace sentir valorada/o, en lugar de elegir lo que quiero para mí.
Una baja autoestima nos puede conducir a buscar en la otra persona aquello que no soy capaz de ver en mí. Para sentirme valorada/o en esos momentos, dejo que me elijan en lugar de ser yo quien elige lo que deseo para mí.
Y entonces, ¿Cuáles son esas seis preguntas?. Por aquí van:
- 1. Esta relación ¿me hace daño?
- 2. Aún sabiendo que no me conviene ¿soy incapaz de dejar la relación?
- 3. ¿Es como una montaña rusa? Pasa de un bienestar absoluto a estallar el conflicto continuamente.
- 4. ¿Me hace cambiar? Dejo de hacer cosas que me gustaban, me comprometo a hacer cosas que no quiero, mi actitud es distinta, he reducido mis relaciones sociales, no me siento yo.
- 4. ¿Me hace cambiar? Dejo de hacer cosas que me gustaban, me comprometo a hacer cosas que no quiero, mi actitud es distinta, he reducido mis relaciones sociales, no me siento yo.
- 5. ¿Despierta lo peor de mí? Saca una versión de mi que no me gusta.
- 6. ¿Me esfuerzo para cambiarle o cambiar la relación? No conseguir esos cambios me genera frustración.
Si la mayoría de tus respuestas son SÍ, muy probablemente estás o has estado en una relación de dependencia emocional.
Más adelante, en una próxima entrada del blog os contaremos cuáles son los pasos para poder salir de una situación de dependencia a nivel emocional. Ya os avanzamos que ser consciente de la situación que estamos viviendo es un paso primordial para poder relacionarnos de una forma sana con nosotras/os mismas/os y con los demás.
Si lo que has leído resuena contigo y quieres saber más acerca de cómo gestionar este momento de tu vida no dudes en contactar con nuestro equipo, estaremos encantadas de acompañarte.
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Èrica de A Pleno Pulmón